¿En qué momento estamos?

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Empezamos el año y eso quiere decir que todavía esta reciente la experiencia vivida en Madrid Fusión’ 24 en lo propiamente gastronómico y Fitur’24 en lo que respecta más al turismo.

Yo que vivo y disfruto o sufro lo que pasa en mi Comunidad Valenciana, siento que estamos en un momento de una falsa euforia que depende en gran medida de la parte de la Comunidad donde desarrolles tu trabajo. La suerte de estar en contacto con grandes amigos cocineros de Alicante y Valencia me hace ver que, por desgracia, Castellón no vive en la misma realidad. 

Los turistas que acuden a Jávea, Calpe… tiene un nivel económico más alto, como también ocurre con el que visita la ciudad de Valencia. Pero ¿qué ocurre con el visitante de Castellón?,¿cuantos hoteles de 4 o 5 estrellas tenemos en nuestra provincia? Creo que es un problema que arrastramos posiblemente desde hace años, más de 30 diría yo, que pensamos más en el sectorinmobiliario de nuestras costas que en la felicidad de nuestros visitantes. Yo sentí envidia sana el mes pasado cuando cociné con mi amigo Nazario Cano en  Jávea y  pude ver de primera mano la realidad de esa zona, también valenciana como la nuestra pero que vive en otra realidad. 

Ahora los políticos cuando hablan de turismo exaltan la gastronomía como valor añadido para el turista que decide viajar de aquí para allá, pero la realidad es que para nosotros conseguir un buen nivel gastronómico acarrea un enorme esfuerzo particular y una vez conseguido el objetivo, el éxito pasa a ser de todos.

Después de acudir unos años a Fitur he notado que estos últimos años afortunadamente la clase política acude ya con otro talante y han pasado a ser historia aquellos tiempos de derrochedonde incluso familiares de algún alcalde acudían a la feria durante los 5 días a gastos pagados y el turismo propiamente dicho quedaba en segundo plano. Eso lo he visto yo.

Pero volviendo a la realidad de Castellón, no dejo de pensar en lo que vi el pasado lunes 12 de febrero en la presentación de los premios de la Academia de Gastronomía de la Comunidad Valenciana 2024 que se entregaron en el hotel Las Arenas de Valencia. Allí pude comprobar la buena salud que tiene la gastronomía de las provincias del centro y sur y merecen mi más sincera felicitación, igual que la presidenta Belén Arias que tuvo un  gran poder de convocatoria. Pero es decepcionante el protagonismo casi nulo de la gastronomía de nuestra provincia. De los 12 premios entregados solo uno recayó en nuestra provincia, que fue el que reconoció al aceite “Lagrima de la Cooperativa de Viver” muy merecido por supuesto, pero tan poca presencia nos tiene que hacer recapacitar. Y no lo digo en primera persona porque Cal Paradis ya fue premiado en 2012 como “Restaurante revelación” y en 2018 recibimos el premio a la trayectoria. Pero ver que ahora mi provincia tiene poco peso en la comunidad me genera tristeza.

Y no podemos pensar que no se nos trata como merecemos o que somos la provincia “invisible”. No, el problema es que durante muchos años las cosas no se han hecho bien y ahora mismo tampoco lo estamos acertando. ¿Os imagináis que Ricard Camarena en Valencia o Quique Dacosta en Alicante no tuviesen todo el apoyo que merecen, sobre todo de la gente de su entorno que seguro están orgullosos de ellos? Ahí lo dejo, que “no solo de pan vive el hombre” y tampoco de palmaditas en la espalda.

Tenemos que empezar desde abajo, consumiendo producto local porque tenemos la mejor materia prima de este país y siempre lo defenderé. A lo mejor no podremos ofertar hoteles de lujo ni grandes infraestructuras, pero sí un turismo de relax, tranquilidad y buena gastronomía, pero para eso los profesionales también necesitamos apoyo.

Y mi mensaje a la clase política de la Comunidad es que se olvide de tanto centralismo porque  mucha riqueza está en el norte, en la plana y el maestrat. Espero que sea para bien, de momento.

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